Menudo problema en que están metidos nuestros
empresarios. Pagan más, venden menos y cada día son menos productivos.
En Tamaulipas cada mes se abren en promedio unas 1 mil 500 unidades
económicas o negocios. Pero también otras mil aproximadamente que dejan de
operar mes tras mes.
De sobra se ha dicho que en México, las empresas de tamaño pequeño
suelen tener una vida de alrededor de 2 años, sobre todo porque suelen carecer
de mecanismos de administración efectivos; carecen de inversión; no cuentan con
acceso a crédito ya no a tasas baratas sino crédito a secas; tampoco tienen personal
calificado o simplemente, porque su apertura obedeció a simples corazonadas de
sus dueños y no a estudios de mercado, etc.
En el Estado hay casi 123 mil empresas las cuales son en su mayoría son
de las llamadas pymes que generan aquí casi un millón de empleos es decir, que ocupan
a cerca del 80% de la Población Económicamente Activa.
El problema es que, influido por el dinamismo de la economía de
Estados Unidos y una menor inversión federal en infraestructura, el aparato
productivo local marcha a un ritmo inferior a su potencial.
Pero por increíble que parezca, nuestra estructura empresarial sigue
actuando como si nada pasara cuando lo que está pasando, es que se está
manteniendo artificialmente a una planta productiva ineficiente y cada día
menos competitiva y eso, sí que nos puede llevar a una complicada situación.
Me explico.
El desempleo en el Estado lleva ya 48 meses en tasas de 4%, lo que
hasta cierto punto puede ser normal dado el tamaño de la economía tamaulipeca.
Sin embargo, este desequilibrio en el mercado laboral ha tenido consecuencias
porque al no haber empleo suficiente, las familias están limitadas en sus ingresos
y en consecuencia no consumen lo que las empresas producen.
Por esta razón, las ventas del sector comercial si bien no han
tenido las grandes caídas, tampoco han crecido.
Están estancadas desde hace más de 26 meses.
Ahora bien, si las ventas se han mantenido sin que el empleo haya
crecido, ¿de dónde salió ése dinero que la economía no generó? sencillo, lo
otorgó la banca comercial. Hoy por hoy, la deuda de los tamaulipecos con los
bancos es hoy de más de 35 mil 400 millones de pesos, un aumento del 800% en 4
años.
En el colmo de los males, el salario base cotización del IMSS que
gana la mitad de la fuerza laboral en el Estado se ha incrementado 4.9%, es
decir que las empresas formales están pagando más pero están vendiendo menos.
Tener unos salarios inflados que no concuerdan con la capacidad
productiva del Estado, nos hace menos competitivos.
Una empresa que busca invertir, no lo hará en una economía con una
mano de obra cara, una sociedad muy endeudada y un mercado deprimido.
La única manera para que un país ó una región fortalezca su
capacidad para atraer y retener inversiones que generen empleos bien
remunerados que proporcionen ingresos a
las familias elevando su calidad de vida, es incrementando su productividad.
Pero la productividad sin embargo no llega sola, sino que es el
resultado de importantes inversiones no sólo en infraestructura estratégica y
tecnología para tener – en materia de comercio exterior por ejemplo- puentes
internacionales modernos, mejores carreteras para el tránsito de mercancías
Tamaulipas; sino además en educación.
Es un tema de sentido común: en la medida que un trabajador está
capacitado, logra producir más en menor tiempo. Lo mismo en las empresas que
apuestan a invertir en tecnología para ser más eficiente en sus procesos.
Pero un amplio porcentaje de las empresas son renuentes a capacitar
por razones que van más allá de lo que les cuesta, sino porque temen que una
vez capacitado, el empleado pueda recibir una mejor oferta.
Todo lo que sube, baja y viceversa. Pero cuando este complicado
periodo de estancamiento económico se supere y dé inicio la recuperación, es
posible que la bonanza agarre a nuestros empresarios con las manos en la
puerta. Ni hablar.
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