¿Estará el sexenio de Enrique Peña Nieto entre los 10 peores
desde la época de la Revolución Mexicana en términos de crecimiento económico?.
Es posible que sí.
Sin embargo, nos guste o no; no hay mandatario en la
historia reciente que haya tenido una visión pragmática de las reformas que el
país requiere para salir de la mediocridad y especialmente el valor de
impulsarlas, proponerlas, debatirlas y convertirlas en iniciativas.
El problema es que los mexicanos le damos prioridad a lo
urgente, por encima de lo importante como bien reflexionaba Mafalda, quien por
cierto no se equivocaba.
John Maynard Keynes, uno de los economistas más brillantes
en la era reciente, escribió un libro sobre Teoría Monetaria en 1923 en el cual
quedó plasmada una de las frases que a la postre se hizo legendaria "En el
largo plazo, todos estaremos muertos". Y aunque se refería a la demanda de
dinero, la cita se sigue aplicando cuando de criticar una política económica se
trata.
En efecto, al día de hoy hay 1.3 millones de personas en
Tamaulipas en situación de pobreza que no pueden esperar a que las reformas
laboral, energética, fiscal o de telecomunicaciones; den sus frutos.
Ya ni hablar de las más de 160 mil personas que están en
pobreza extrema, o de las 91 mil familias tamaulipecas que tienen ingresos de
75 pesos diarios.
La única solución para combatir la pobreza es el crecimiento
económico. Pero éste no va a ser posible en un país como México con cuyo
desempeño económico desde hace ya más de 30 años ha sido insuficiente;
inequitativo, e injusto.
De ahí la importancia en que las reformas estructurales
planteadas por la actual administración salgan adelante porque significan
inversión, empleo, crecimiento y bienestar.
Creo sin embargo, que el principal problema de los mexicanos
es lo inútil que es la democracia para dar cauce a las demandas sociales y
generar mejores condiciones de vida. Hace 15 años hablábamos de una transición
que aunque llegó, no causó ningún bienestar en las familias.
Que hoy sigamos viendo a un personaje de respeto como a Andrés
Manuel López Obrador a quien las mayorías le han dicho que “No” en 2 ocasiones
que ha querido ser Presidente de México, protestando porque el Gobierno tiene
una visión distinta a la suya; revela el
atraso de nuestro sistema político y cómo éste es capaz de mantener al país
estancado en perjuicio precisamente, de las mayorías.
La lección en este Gobierno es sencilla y lógica: sin una
democracia eficaz no habrá un Estado eficaz que cumpla con sus
responsabilidades y crear condiciones para el progreso.
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