Los mexicanos vieron en las elecciones del pasado 4 de
junio, un golpe más a la credibilidad de las instituciones electorales y la
consolidación del sistema político corrupto, clientelar y corporativista. El
fantasma del fraude volvió a aparecer y apenas hace unos días, el principal
diario de Estados Unidos revela que el Gobierno mexicana espía a activistas de
derechos humanos, contra la corrupción y a periodistas.
Es el ‘Verano Mexicano’ y tal como ocurrió en la primavera
árabe, los usuarios del ecosistema digital en México tienen suficientes insumos
para mantener vigente la crítica despiadada que provoca emociones que movilizan
contra un Gobierno que en lugar de reaccionar echa fuego a la hoguera.
Los contenidos en contra del régimen tienen un importante
porcentaje de aprobación orgánica porque en su gran mayoría están hechos con
cuentas ciudadanas ajenas del ‘tufo’ partidista y concentrados estrictamente en
la lógica ‘antisistema’, lo que eleva exponencialmente su potencial para
generar conversación.
Es la manifestación de expresiones que también ocurren en
Estados Unidos con el fenómeno Donald Trump o en semanas recientes con el
triunfo del ‘Brexit’ en Reino Unido; es el usuario que está harto de la
corrupción, de los políticos, del sistema vigente.
En el lado oficial, en la estructura del gobierno prevalece
un modelo anacrónico de comunicación que no conecta; los sectores y
organizaciones afines al sistema muestran un reducido apoyo desde la vertiente
ciudadana con esfuerzos dispersos, desenfocados, con temor a la crítica y sin
capacidad de participar en la confrontación argumentativa pública.
Ningún discurso oficial puede contra el desempleado
ofendido, contra la ama de casa que ve como su capacidad de compra es lesionada
por aumentos arbitrarios a los servicios púbicos, contra los jóvenes sin
mayores expectativas, las familias agraviadas por la inseguridad, o contra el
burócrata condenado al estancamiento laboral.
Ciudadanos empoderados contra gobiernos incapaces de
reaccionar en un contexto repleto de elementos que configuran una tormenta
perfecta.
Dado el humor social que prevalece como consecuencia del
resentimiento, el agravio y la ofensa en la sociedad por la debilidad
institucional, la oposición más radical han centrado sus baterías en culpar
desde las redes sociales al régimen de esta realidad y trasladar el costo
político al partido gobernante.
La sociedad en Reino Unido reflexiona ahora mismo haber dado
tanto poder a los ‘antisistema’ porque han comprado boleto a ‘ninguna parte’;
esto está por ocurrir en México si prevalecen las condiciones actuales del
debate político – ciudadano, especialmente en las plataformas digitales.
SOBRE EL AUTOR
Adán Moctezuma Vega es economista miembro del Instituto de
Comunicación Política. Desde 2016 rankeado en el Top 100 Mundial de Economistas
Digitales más influyentes en redes sociales elaborado por la empresa
norteamericana Richtopia.